La cerámica creada en una gran escuela alemana de arte y artesanía a principios del siglo pasado era inconfundible gracias a sus grandes ceramistas, en su gran mayoría hombres, ya que las mujeres a pesar de tener talento suficiente para ser admitidas en el taller de cerámica eran relegadas a talleres considerados específicos para mujeres, como eran los talleres textiles. Las pocas mujeres que llegaron a acceder lo tenían muy difícil e incluso al poco tiempo debían abandonar para emprender su carrera en otros lugares.